Las palabras en este libro son un escupitajo que cura, porque al hueco de la muerte, al silencio, sólo lo pueden acariciar las palabras; y al verlas allí plasmadas tenemos la sensación que esa profunda congoja, auqnue sigue dentro de nosotros está también fuera de nosotros y puede ser compartida. Esas palabras son los poemas de este libro pero también son las palabras que importaron en la vida de la autora, las palabras que espera y no llegan, eso que le dijeron y no quería escuchar, lo que quiso decir u oir y no pudo. La palabra es presencia y es ausencia.

... Resistimos y "juntamos los pedazos", lo que queda de aquello que amamos, de lo que soñamos ser, aunque sólo nos reste el recuerdo, siempre tendremos las palabras para nombrar lo perdido, para que nos acompñanen en las horas de soledad compacta, para que, al fin y al cabo, sea la cuerda que nos ata al mundo y nos mantiene del lado de la vida.

... Somos los que resisten con amor. El amor parece, es nuestra última trinchera. Estos asuntos que Daniela aborda desde la intimidad de su pérdida portan también la marca de nuestro tiempo.

Verónica Pellejero